8/10/12

Odi Mar

Al final del pasillo todavía permanecían los rayos de sol entrando por aquella lejana puerta. Corriendo, alzando la vista a cada paso, ese destino final iba a convertir sus sueños en realidad, pasos intercalados con el excitante momento en el que llegaría a pisar la última baldosa pálida que conformaba el pasillo.

- El exterior, es... -

Se quedó sin palabras, sabía que ya no había nada que temer, estaba seguro que de ahí en adelante no habría complicaciones, pero como en todas las historias con algún de verosimilitud, la historia no terminaba.

Alzando la la mirada hacía atrás vio que allí seguía la puerta y que detrás suya todo un imperio de hierro oxidado se levantaba hasta donde su vista podía concebir.

Eran edificios acabados en punta de aguja, vigas superpuestas encima de columnas de metal, sustentando más pisos y más hogares con una cosa en común, la indiferencia. El desánimo y el enloquecimiento de girar cada ojo simultáneo en forma de aspersor desorientado buscando algún edificio que sea diferente, alguna ventana que contuviera desorden, algo de color verde que no fuera el campo en el que estaba, alguien como el que saliera por aquella puerta...

Todo, absolutamente todo lo que se podía ver eran hileras de edificios clocados de forma concéntrica a un edificio de dimensiones colosales pero exactamente igual que los demás.

1 comentario:

  1. Seguro que todos los días alguien se preocupa de ti y te tiene en su cabeza y en ocasiones en sus conversaciones… seguro que si… estoy seguro.

    Fdo. La montaña y la llanura (depende del día)

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