11/11/14

Reflexión clara, fiel de uno mismo y consigo mismo por la mañana.

Es curioso como es el hambre, cuando tienes ganas de devorar cincuenta de los filetes más titánicos que te puedas echar en boca, es entonces tienes hambre, pero puedes encontrar algo que pueda quitarte esa ansia, que te capte todo tu ser donde se elimina el deseo del estómago y se antepone el de la intriga, el del interés, el de tus exuberantes quimeras vestidas de terciopelo, que en el fondo no son ni quimeras ni visten terciopelo, en cambio pueden llegar a ser animales, seres retacados y muy lejanos, pero muy lejanos en el tiempo pero no en tu deseo, en la infinita ambición por que tan plácida y propicia situación pueda ser vivida... Pero no, ahora mismo, la quimera te tortura sin ningún tipo de contacto, la ilusión que tienes en mente, es una quimera que puedes ver de vez en cuando como se asoma por el horizonte y que se te escapa por la niebla, se burla ante tí y se regocija poniéndote pruebas que exceden en ocasiones a la paciencia del soñador, por la que a veces necesitas optar por dejar de comer y no alimentar más tu falsa ilusión e irte a tomar el aire, en vez de...

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